viernes, 3 de septiembre de 2010

REVILLA DE POMAR, PUEBLO DE UN MUNICIPIO QUE LANGUIDECE ENVEJECIENDO


Revilla de Pomar es uno de los catorce pueblos que componen el municipio de Pomar de Valdivia. Los otros trece son: Báscones de Valdivia, Camesa de Valdivia, Cezura, Helecha, Lastrilla, el propio Pomar de Valdivia, Porquera de los Infantes, Quintanilla de las Torres, Rebolledo de la Inera, Respenda de Aguilar, Villaescusa de las Torres, Villallano y Villarén de Valdivia.
La información precedente, sólo tendría el carácter de curiosidad para explicar la causa por la que muchas direcciones de cualquiera de los otros pueblos, aparecen en la mayoría de sitios de Internet adjudicadas a Pomar de Valdivia como cabecera municipal y titular del código postal 34813 de la provincia de Palencia. Sin embargo, lo que antecede cobra tintes preocupantes, con tendencia alarmante, si se completa con el dato de que el censo total de todo el municipio, sumando los 14 pueblos, es de escasos 500 habitantes. Nuestras fuentes manejan 512 ó 513 habitantes, pero dada la fecha censal y el hecho de que se han producido más fallecimientos que nacimientos, no creemos que actualmente lleguen a los 500 citados. Y lo peor es que, de la teórica población censada, un elevado porcentaje sólo es residente en breves períodos vacacionales y no todos los años.
Como dato significativo y potencialmente extrapolable, sabemos que en Revilla de Pomar el censo oficial es de 44 habitantes, mientras que su población permanente ronda la docena, de los que sólo dos son niños. Es decir, los vecinos "reales" ¡no llegan al 30% de los que recogen los datos administrativos! Y no nos atrevemos a calcular la media de edades porque produce vértigo la evidencia que se observa paseando por esos pueblos en invierno o acudiendo a observar la consulta médica que se ofrece en el Ayuntamiento, con médico de cabecera que acude a diario desde la capital palentina, desplazándose cada mañana, de lunes a viernes, más de 100 km.

Y es que, bajo la fija mirada del anciano Monte Bernorio que se nos antoja un poco triste, Pomar de Valdivia envejece al ritmo de su población y la decadencia de muchas de sus casas o la desocupación de la mayoría se convierte en el símbolo de un municipio que, pese a reunir entre sus pueblos muchos de los más importantes atractivos turísticos de la Montaña Palentina, parece que no termina de encontrar el camino que conduce a su futuro desde un pasado perpetuado en la inercia del presente.
Resulta sorprendente, o no, que la pujanza experimentada por la zona, en cuanto al número de visitantes forasteros que acuden cada año, haya ido relegando al pueblo cabecera al triste papel de área urbana de paso. Paso ciertamente incómodo y arriesgado por el trazado de la carretera que serpentea entre las antiguas casas, conformando peligrosas curvas de escasa visibilidad y abundante circulación de vehículos agrícolas y camiones.

Y este cronista se pregunta: ¿por qué se apaga Pomar? Carente de cualquier tipo de servicio necesario para los habitantes del propio pueblo, del resto del municipio y que son demandados por los transeúntes y residentes temporales, Pomar transmite la sensación agónica de los pueblos que precisan urgentemente la transfusión de sangre nueva, con el desembarco y afincamiento de nuevos pobladores que rejuvenezcan la media de edades y que, con su presencia, renueven la independencia del municipio que hoy no subsistiría sin los servicios situados en la cercana Aguilar de Campoo o los que desde allí se monitorizan. Es obvia la relación directa que existe entre población permanente y cuanto aporta riqueza y calidad de vida. La duda es ¿qué es primero, "el huevo o la gallina"?
Comercio, educación, sanidad, ocio, cultura, vivienda, puestos de trabajo... son factores imprescindibles que están reclamando políticas creativas, imaginativas y nuevas, de promoción, fomento y desarrollo que ayuden y estimulen a la iniciativa privada de empresas consolidadas o de los nuevos emprendedores dispuestos a aportar cuanto dependa de ellos para la consecución de unos objetivos que deberían ser promovidos e incentivados prioritaramente por las diferentes Administraciones responsables que no siempre asignan los recursos presupuestarios a las cuestiones más necesarias.
La Corporación Municipal, comprensiblemente dominada por los intereses y problemas de agricultores y ganaderos, parece instalada en la inercia quejumbrosa e inmovilista, con actitudes que, heredadas del pasado, condicionan el presente y castran el futuro.
Se nos podrá argumentar que no sabemos bien de lo que hablamos. Que sí, pero que no conocemos a fondo los intestinos de la Diputación, la Junta y el Gobierno central. Y puede que sea cierto.
Pero sabemos que en Aguilar tienden a crecer los puestos de trabajo, a pesar de las dificultades económicas generales, gracias al desarrollo empresarial que enraíza en su polígono industrial y tiene sabor a galletas. Sabemos que el precio medio del m2 de vivienda ha alcanzado las elevadas cotas de las grandes capitales españolas. Sabemos que hay mucha población joven deseando trabajar allí donde haya oportunidades. Sabemos que pueblos cercanos a Madrid y Barcelona han encontrado el camino de su propio desarrollo, ofreciendo viviendas más asequibles a población joven con trabajo en las capitales cercanas o en su periferia...
Sabemos que en otros países se dan precedentes de acciones solidarias de inversión en la comunidad ejemplares e imitables.
Y sabemos que otros saben más, o deberían saberlo, sobre planificación de soluciones imaginativas, integradoras y entusiastas para repoblar los pueblos que languidecen y que deseamos que aquí se aborden rápida y eficazmente, porque... nos duele Pomar de Valdivia.

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